Extracto del libro “Contra el liberalismo” de Alain de Benoist

diciembre 23, 2021

 


La modernidad se comprende mejor cuando vemos el momento en que la sociedad ya no se sitúa en primer lugar, sino que es el individuo el considerado como precedente de todo hecho social, el cual no sería sino un simple agregado de voluntades individuales. Considerado como un ser fundamentalmente independiente de sus semejantes, el hombre es redefinido paralelamente como un agente que busca permanentemente maximizar su mejor interés, adoptando así el comportamiento del comerciante negociador en el mercado (homo economicus).

La cultura del narcisismo, la desregulación económica, la religión de los derechos humanos, el colapso de lo comunitario, la teoría de género, la apología de los híbridos de cualquier naturaleza, la emergencia del arte contemporáneo, la telerrealidad, el utilitarismo, la lógica del mercado, la primacía de lo justo sobre el bien (y del derecho sobre el deber), la libre elección subjetiva erigida en regla general (el libre albedrío), el gusto por la basura, el reinado de lo desechable y de lo efímero programado, todo esto forma parte de un sistema contemporáneo en el que, bajo la influencia del liberalismo, el individuo se ha convertido en el centro de todo y ha sido erigido en criterio de evaluación universal. Comprender la lógica liberal es comprender lo que liga a todos estos elementos entre sí y los hace derivar de una matriz común.

El liberalismo, por sí solo, no resume la modernidad, pero es su representante más ilustre («la forma más coherente del proyecto moderno, dice Michéa, pero no su forma exclusiva»). Con frecuencia, la modernidad ha sido descrita como la época en la que el modo de vida heterónoma cede el lugar al modo de vida autónoma, es decir, como el momento en que se pasa de una sociedad donde los comportamientos estaban normalizados por un elenco de creencias y tradiciones a otra sociedad donde el hombre se concibe como potencia libre para crearse exclusivamente a partir de sí mismo. Esta concepción contiene una parte evidente de verdad, pero encuentra también rápidamente sus límites, porque la modernidad no ha terminado con ciertas dependencias y obligaciones más que para sustituirlas  por nuevas formas de alienación: explotación del trabajo, sujeción a la ley del valor, transformación del sujeto en objeto, soledad en la multitud, absurdidad del trabajo forzoso, colapso de la vida interior, inautenticidad de la existencia, condicionamiento publicitario, tiranía de la moda, desaparición de la intimidad, judicialización generalizada, falsedades mediáticas, control y vigilancia social, reino de lo políticamente correcto, etc.

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