Día del Indio Lempira… ¿Pero y los indígenas del presente?
julio 20, 2025
Al hondureño le gusta idealizar figuras cuasi mitológicas del pasado, tal vez porque nunca ha conocido en su vida alguna figura nacional real a la cual admirar. Es así que, en el panteón sagrado del imaginario colectivo hondureño, creado por las élites demoliberales hace ya más de 100 años, Francisco Morazán y el Cacique Lempira son dos deidades magnificadas a tal punto que cuestionar la narrativa oficial de sus hazañas es un grave pecado.
Cada 20 de julio se celebra el Día del Cacique Lempira, jefe indígena lenca que combatió contra los conquistadores españoles, es importante profundizar en el contexto histórico apartándose de los idealismos. Los lencas en aquel entonces mantenían también disputas con otros grupos indígenas, no todo era armonía, tenían otros indígenas vasallos, prisioneros de guerra y para ser precisos en el momento que los españoles llegaron a su territorio ellos se encontraban batallando contra los Cares, otro subgrupo indígena lenca.
En 1935, Francisco de Montejo, el Gobernador de la Provincia de Higueras (lo que es hoy el territorio de Honduras) envió al conquistador Capitán Alonso de Cáceres a la zona occidental de dicha provincia a pacificar a los indígenas lencas que mantenían resistencia a los avances de la conquista, esta campaña militar se prolongó hasta 1937 puesto que un jefe indígena llamado Elempira logró formar alianzas con los Cares y Potones (otros subgrupos lencas) para luchar contra los conquistadores, en 1937 en una batalla cuerpo a cuerpo el soldado español Rodrigo Ruiz logró vencer a Lempira, y realizó en 1558 una Relación de Méritos ante la Audiencia de México, con el propósito de obtener una pensión, la probanza fue aprobada doce años después por el Virrey de Nueva España Martín Enríquez de Almanza.
En la década de 1970 el historiador hondureño Mario Felipe Castillo se encontraba investigando documentos sobre la historia colonial de Honduras en el Archivo de Indias de Sevilla y fue ahí donde encontró la probanza de méritos de Rodrigo Ruiz la cual decía lo siguiente:
«Yo el dicho Rodrigo Ruiz, como celoso del servicio de su majestad, poniendo en gran peligro mi persona...procuré entrar en el dicho escuadrón de los enemigos con mi espada y rodela y fui a la parte y lugar donde estaba animando a su gente el dicho capitán llamado ELEMPIRA...y peleando con él le maté y cortele la cabeza la cual por traerle al dicho general recibí muchas heridas…)»[1]
Durante toda la época colonial nadie recordó ni escribió sobre Lempira, fue hasta las últimas décadas del siglo XIX que el escritor guatemalteco José Milla Vidaurre rescato la figura de Lempira basándose en los testimonios del cronista español Antonio de Herrera y Tordesillas, esto lo realizó como un intento de formar la figura de un héroe local y otros escritores de la élite burguesa hondureña como Rómulo E. Durón idealizaron aún más la gesta de Lempira y la leyenda del cacique siendo asesinado a traición se convirtió en un dogma incuestionable.
Al final el Cacique Lempira, simplemente estaba defendiendo a su tribu y sus dominios, no estaba defendiendo a Honduras, porque Honduras como estado-nación en el siglo XVI todavía ni estaba cerca de existir, como lo manifiesta Mario Felipe Martínez en su obra:
“Lempira no defendió́ la soberanía nacional, defendió́ su pedacito de tierra, Honduras no existía, existía el país de las Hibueras, el país de Naco, el país de Sula, el país de Olancho, eran un montón de pequeños cacicazgos que generalmente eran enemigos los unos de los otros”[2].
Suena irónico que se haga tanta algarabía para celebrar el Día del Cacique Lempira, pero se ignore totalmente a los indígenas que viven actualmente en nuestro país, la mayoría de ellos subsistiendo en condiciones paupérrimas, abandonados por el Estado. Las mismas élites liberales criollas que crearon y engrandecieron la figura del Indio Lempira fueron las mismas que se dedicaron a arrebatarle las tierras comunales ancestrales que los indígenas heredaron desde la época colonial[3], el mayor ejemplo que tenemos de esto es la gesta del líder indígena Calixto Vásquez, apodado «El Cortacabezas».
Debido a las reformas implantadas por Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa en su gobierno, las tierras comunales indígenas empezaron a ser confiscadas para entregarlas a los nuevos inversores extranjeros que llegaban a Honduras, es así como en el pueblo de Similatón se levanta en armas Calixto Vásquez logrando que se unieran a esta causa una gran cantidad de indígenas lencas, de esta manera lograron asaltar varias plazas del departamento de La Paz, pasó más de un año y los lencas seguían dando batalla por lo que el reformista liberal Soto al verse desesperado pidió ayuda a los ejércitos de los gobiernos liberales de El Salvador y Guatemala, logrando por fin capturar a Calixto Vásquez, fusilándolo en la ciudad de La Paz el 17 de septiembre de 1879, para luego vender las tierras comunales de los indígenas en subasta pública al mejor postor para promover cultivos de exportación y en represalia quitándole la categoría de municipio al pueblo de Similatón, convirtiendo a sus habitantes en la mano de obra barata de nuevos terratenientes en la misma tierra que ancestralmente siempre fue de ellos[4].
Aquí vemos quienes son realmente los enemigos
de los indígenas, los que los han invisibilizado y los han tratado de borrar
del país, empequeñeciendo su cultura y sus costumbres y lo continúan haciendo. Pero también el
hondureño de a pie, ese mismo que dice estar orgulloso del cacique Lempira,
siente vergüenza de sus raíces indígenas, se burlan de la humildad de los
indios, de sus tradiciones, de su fervor religioso, de su vestimenta y todo lo indígena lo asocian con atraso; esto se
evidencia en cosas que parecen superfluas, pero que al ser un poco más
observadores adquieren bastante importancia, como es el caso de las mujeres
hondureñas que aunque digan que están orgullosas de su piel «trigueña» o
«canela pasión» buscan verse con una piel más clara a base de cremas u otro
productos dermatológicos o utilizando filtros en sus fotos y los hombres aunque
se rompan el pecho diciendo que están orgullosos de ser lo que son miran como
un gran ascenso social «conseguirse una gringa para mejorar la raza» o la
típica frase de «eso es a prueba de indios» o utilizar la palabra indio como insulto para referirse a alguien ignorante o sin modales, todo esto solo evidencia la hipocresía y
endofobia del hondureño.
[1] Archivo General de Indias, Patronato Regio, legajo 69, ramo 5, 18 de enero de 1558
[2] Los Últimos Días de Lempira:
Rodrigo Ruiz, El conquistador Español que lo venció en combate, Tegucigalpa, Universidad Nacional
Autónoma de Honduras (UNAH), Editorial Universitaria. 2000.
[3] Díaz Arias, David. (2007). ENTRE LA GUERRA DE
CASTAS Y LA LADINIZACIÓN. LA IMAGEN DEL INDÍGENA EN LA CENTROAMÉRICA LIBERAL,
1870-1944. Revista de Estudios Sociales, (26), 58-72
[4] Calixto Vásquez, el líder que defendió a su
pueblo, José Daniel Vásquez, Historiador
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