Netflix cayó y la juventud se sintió extraviada, su referente cultural estuvo ausente por unas cuantas horas, se sintieron huérfanos sin su mentor. Esta generación a la cual Netflix ha moldeado su personalidad, es incapaz de encontrar otro pasatiempo que no sea estar en la oscuridad de su habitación o sala pegados a una pantalla por horas. A casi dos años de la era COVID-19 este hecho se ha agudizado, los niños y adolescentes le temen a las sensaciones reales, al contacto físico y a estar al aire libre, han crecido con un concepto tergiversado de la realidad, pues ahora la realidad es virtual.

Estas redes sociales y plataformas apaciguan la energía, atrofian el ingenio e inhiben el belicismo de los pueblos, los domestican y castran, controlarlos es fácil, son como drogadictos que pueden llegar a realizar cualquier cosa con tal de calmar su abstinencia.

Al final tener generaciones y generaciones de individuos confundidos, dependientes y frágiles solo beneficia a los poderosos, pues tienen una sociedad fácil de someter y que nunca opondrá resistencia.