UNAH: del espejismo de grandeza a la irrelevancia absoluta
julio 22, 2025
Estudié en la UNAH de San Pedro
Sula y, desde entonces, nunca me tragué el circo de medallas que la universidad
se colgaba sola, con aplausos coreografiados desde el aparato gubernamental.
Bastaba teclear dos palabras y una rápida búsqueda para que la farsa se viniera
abajo como torre de Jenga mojada. Y era evidente que, si seguían con esa
comedia, en cualquier momento la realidad les estallaría en la cara.
Desde entonces, la universidad ya
mostraba síntomas del colapso: edificios que se caían a pedazos, aulas que más
bien parecían celdas de una prisión israelí, y un discurso de "excelencia
académica" que solo podía convencer al que nunca había salido de La Lima.
En particular la UNAH de San Pedro Sula: una sede que jamás fue competitiva. Su
infraestructura era y sigue siendo digna del quinto mundo.
Por años, la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras (UNAH) presumió de ser la mejor universidad del país. Algo
fácil de lograr cuando compites contigo mismo en un páramo académico. Pero este
2025, ni siquiera eso le alcanzó: quedó fuera del QS World University Rankings,
el ranking más reconocido a nivel global. ¿Cómo se cae del único pedestal
simbólico que le quedaba? Fácil: reemplazando ciencia con coreografías, y
producción académica con agendas ideológicas que nadie afuera toma en serio.
No es nuevo: una larga marcha
decadente
Seamos justos: esto no es culpa
exclusiva de esta administración. La caída de la UNAH es el punto final de una
larga marcha de decadencia institucional. Años de improvisación, burocracia
corrosiva, huelgas sin fin, despidos selectivos, persecución a docentes
críticos y abandono sistemático de la ciencia. Solo que esta vez explotó en las
manos del rector Odir Fernández, un abogado que llegó al cargo vendiéndose como
el rostro fresco de una nueva era universitaria. Un tipo que se las dio de
moderno, juvenil, digital, "europeísta", amigo del estudiante, un
rector con TikTok y corbata slim, más influencer que académico.
Mientras él se paseaba por Corea
o España hablando de “potenciar la academia”, la investigación se moría de
inanición, los investigadores huían en silencio, y los rankings gritaban lo
evidente: la UNAH no sirve ni como símbolo de país.
Mientras universidades del mundo
apuestan por inteligencia artificial, biotecnología, física cuántica, patentes,
citaciones y convenios de alto nivel, la UNAH celebraba congresos sobre lenguas
garífunas y organizaba jornadas de "resistencia lingüística".
Aplaudible en términos de identidad cultural, claro. Pero irrelevante en el
mundo académico internacional. Nadie en Harvard, Cambridge o siquiera en la UCR
de Costa Rica va a mover un dedo porque la UNAH promueva la lengua tolupan o el
empoderamiento afrofeminista en los pasillos del Alma Máter.
El rector vendió esta narrativa progresista
como si QS fuera una ONG multicultural, pero no lo es. Los rankings
internacionales no otorgan puntos por buenas intenciones, ni por discursos de
equidad, ni por bailar punta el Día del Orgullo. Cuentan papers, citaciones,
profesores con doctorados, producción científica y visibilidad global. Y en
esos rubros, la UNAH se desplomó.
Las cifras del desastre
En el ranking Scimago, la UNAH
cayó más de 850 puestos en solo un año: del lugar 4,232 al 5,085. Publicó
apenas 217 artículos científicos en 2024, frente a los ya mediocres 258 de
2023. Y mientras la producción científica de la región crece, solo Costa Rica
logra más de 13,000 publicaciones en un año. Una diferencia abismal.
La presencia de docentes y
estudiantes extranjeros también disminuyó. Nadie quiere venir. ¿Para qué? Los
programas de empleabilidad y vinculación con el sector productivo tampoco
levantan cabeza: retroceso tras retroceso.
Pero claro, según el rector y su
círculo de iluminados, la culpa nunca es de ellos. Es del presupuesto, de
alguna conspiración internacional, de rankings que "no entienden el alma
de la academia hondureña". Asumir responsabilidad no viene en su plan de
estudios.
Matrícula: la universidad que
nadie quiere
¿Y los estudiantes? También se
están yendo. La matrícula nacional viene en picada. De haber superado los
100,000 estudiantes hace unos años, ahora ronda los 70,000 en los mejores días.
En el II PAC de 2025 apenas se registraron 61,269 estudiantes a nivel nacional.
Un dato que se quiere maquillar con discursos, pero que grita lo evidente: la
UNAH dejó de ser atractiva, incluso para los propios hondureños. Y ahí lo tenés
al rector, entretenido en TikTok, grabando videos motivacionales mientras la
universidad se desangra. Publica “comunicados importantes” que parecen más
poesía slam que estrategias académicas. Habla de “refundación educativa”
mientras los laboratorios están en decadencia y los profesores se jubilan sin
reemplazo.
El espejismo de la
superioridad moral
Lo más grotesco es que la
administración todavía presume de “liderazgo nacional”. Como si eso valiera
algo en un país donde no existe competencia académica real. Ser el primero en
un desierto no te convierte en oasis.
Lo que vemos hoy es el resultado
de años de abandono estructural, disfrazado con una narrativa social que premia
lo políticamente correcto y margina al que investiga. Se llenan documentos
improvisados, se explota a practicantes y, luego, voilà, tenemos ciencia: lo
presentan como si fuera conocimiento riguroso. En este panorama, basta con
participar en ferias internacionales para autodenominarse “internacional”,
mientras se sustituye la producción científica por discursos sobre “procesos
horizontales de saberes”.
¿Descuido o sabotaje?
Y aquí viene la pregunta
incómoda: ¿es esto descuido o es un plan deliberado? Porque a estas alturas ya
no parece simple incompetencia. Parece una especie de complot para destruir la
universidad desde adentro. ¿Cómo se explica tanto desinterés, tanta falta de
rigor, tanta indiferencia ante una institución que debería liderar el país?
Mientras tanto, las universidades
privadas ya le comieron casi la mitad del mercado de educación superior a la
UNAH, y esta última parece estar en un letargo profundo. ¿Cómo es posible que
una institución con los recursos, la historia y el peso de la UNAH haya cedido
tanto terreno sin siquiera dar batalla?
¿Qué clase de proyecto educativo
se deja eclipsar así, sin resistencia? ¿Está el rector distraído o simplemente
es cómplice de un proceso sistemático de vaciamiento institucional? Porque si
tu casa se incendia y te ponés a bailar en la sala, ya no es distracción. Es
participación.
Lo que la UNAH necesita (y no
le interesa)
Es una inversión real en
investigación, no consultorías de género a precio de oro. Requiere profesores
con doctorado que publiquen y generen conocimiento, no activistas con cargo
administrativo. Menos burocracia, menos farándula académica, y más resultados
concretos. También necesita una visión de largo plazo que entienda que el mundo
no va a esperarla: o se actualiza y compite, o se queda atrás. Porque si no se
hace nada, que no se quejen cuando la UNAH solo aparezca en medios locales o en
memes. Para el resto del mundo académico, Honduras no existe. Y esa es la
verdadera condena: la irrelevancia total.
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