INDIA: potencia real con autonomía estratégica y lección para el mundo
septiembre 01, 2025
Mientras los anglosajones todavía sueñan con controlar el mundo desde sus oficinas de Wall Street o Londres, India sigue demostrando que no es otra republiqueta latinoamericana para sermones, aranceles ni amenazas diplomáticas. EE. UU. y sus aliados europeos parecen incapaces de comprender que ya no existen atajos para someter a un país que combina milenios de civilización, un mercado interno de mil cuatrocientos millones de personas, poder militar real y autonomía estratégica. Cada intento de imponerle la voluntad externa no hace más que mostrar la soberbia y la miopía de quienes alguna vez creyeron que el mundo podía manejarse como su “patio trasero”. Mientras India se fortalece, América Latina sigue recordando con dolor que los mismos métodos que alguna vez la humillaron ya no funcionan en otra parte del mundo.
India es hoy una potencia global
de verdad, muy por encima de cualquier país latinoamericano. Su economía
nominal supera los 4,3 billones de dólares en 2025, comparable a Japón o
Alemania, y ha duplicado su PIB en la última década. Su población ronda los
1.460 millones de habitantes, más que Brasil, México y Argentina juntos, con el
68 % en edad laboral, generando una fuerza de trabajo inmensa y cada vez más
calificada. Y aun así, los anglosajones, con su mirada colonial heredada de
siglos de dominio, creen que pueden tratar a India como si fuese otra
“republiqueta latinoamericana”, dócil y obediente.
Creen que un arancel del 50 % o
un sermón moral bastará para doblegar a Delhi. Lo que logran es exhibir su
arrogancia y miopía geopolítica: India absorbe el golpe, diversifica mercados,
fortalece su papel en los BRICS y estrecha lazos con Rusia, Irán y África.
Mientras tanto, América Latina, dependiente y fragmentada, tiembla cada vez que
Washington mueve un dedo: caen monedas, gobiernos y economías enteras. Esa es
la diferencia entre un país que ejerce poder real y otro acostumbrado a
suplicar la misericordia imperial.
En lo tecnológico y científico,
India es un titán: líder mundial en software y subcontratación, industria
farmacéutica pujante, sector espacial con misiones como Chandrayaan, y
producción de vacunas a escala global. Sus avances desmontan los clichés occidentales
de atraso y dependencia: los mismos anglosajones que alguna vez dictaron a
Latinoamérica cómo debía organizarse ahora parecen incapaces de aceptar que
otro país puede avanzar sin su permiso.
En defensa, India gasta más de
100 mil millones de dólares al año, con ejército profesional, tanques Arjun,
cazas Tejas, misiles Agni y un arsenal nuclear de alrededor de 180 ojivas.
Cualquier intento de imponerle la voluntad externa sería suicida. Mientras
tanto, Latinoamérica, desarmada y dependiente, vio cómo EE. UU. intervenía
directa o indirectamente en Panamá, Granada, República Dominicana y más, sin
que nadie se inmutara.
El problema de los anglosajones
es su arrogancia histórica: acostumbrados a tratar a Latinoamérica como “patio
trasero”, siguen intentando imponer la misma lógica a India, ignorando siglos
de civilización, democracia consolidada, industria robusta y autonomía
estratégica. India negocia y colabora, pero siempre bajo sus propias
condiciones; no se arrodilla, no implora y no tolera imposiciones.
Subestimar a India es un error de
proporciones históricas. Su identidad milenaria, su capacidad tecnológica, su
mercado interno y su fuerza militar la sitúan en otro nivel. Lo que Occidente
intenta imponer, India lo maneja con pragmatismo y soberanía.
La lección es clara y dolorosa
para los que aún miran desde el Norte: la soberanía no se ruega, se ejerce.
India demuestra que un país del Sur Global puede ser fuerte, autónomo y
respetado en la arena internacional, mientras los anglosajones aprenden, otra
vez, que no todo puede ser ordenado desde Washington o Londres. Pretender
tratarla como otra republiqueta latinoamericana es un delirio, una arrogancia
que se refleja en cada política fallida, en cada sanción ignorada y en cada
intento de imponer su voluntad sobre un gigante que simplemente no se deja.
0 comentarios
Déjanos tu comentario